
Tantos tan juntos, y tantos tan solos. En el eco de la prisa se pierde, estéril, el doloroso aullido de la humanidad que no es. Somos gregarios silenciosos. Maldición de nuestras urbes. Soledad. A mí nadie me ve.
Huellas leves sobre la arena de los días. Agua que va y viene. Y susurra. Espuma...